Boca Juniors cerró el 2024 de la peor manera posible: eliminado de la Copa Argentina en una vibrante semifinal frente a Vélez, que terminó con un marcador de 4 a 3. El conjunto Xeneize, que soñaba con alzarse con al menos un título en esta temporada turbulenta, se quedó en las puertas de la final y cerró el año con las manos vacías. La derrota no solo deja una herida deportiva, sino que desnuda problemas estructurales que han marcado el camino de este Boca, un equipo que, a pesar de su jerarquía, no supo construir alternativas sólidas cuando las lesiones y las sanciones golpearon.
El partido frente a Vélez fue un espejo de las falencias que Boca arrastra en los últimos meses. Una defensa desbordada, una expulsión temprana que complicó aún más las cosas y un equipo que, aunque mostró carácter para empatar, no logró sostenerlo cuando más importaba. Vélez, oportuno y efectivo, supo aprovechar los momentos justos para quedarse con un triunfo que lo depositó en la final del torneo.
Uno de los puntos más preocupantes para Boca en esta semifinal, y en el balance general del año, ha sido la ausencia de recambio en posiciones claves, especialmente en la defensa central. La baja de Aaron Anselmino por una lesión en el isquiotibial izquierdo y la de Cristian Lema, también lesionado, dejaron al equipo sin opciones confiables para sostener la última línea. En este contexto, la dupla Figal-Rojo quedó expuesta, y Vélez no perdonó. El gol en contra de Figal, que significó el 2-0 parcial, fue el reflejo de un equipo sin equilibrio ni solidez en la retaguardia.
La situación de Anselmino es un ejemplo claro de los problemas físicos que plagaron al plantel durante el año. El defensor central, que había sido una pieza clave en la zaga Xeneize, no pudo estar presente en el partido más importante del semestre. A esto se sumó la falta de soluciones desde el banco, dejando al técnico sin margen de maniobra para afrontar una semifinal en la que la defensa volvió a ser el talón de Aquiles.
Si el gol en contra de Figal ya había complicado a Boca, la expulsión de Luis Advíncula en el inicio del segundo tiempo terminó de torcer la balanza. El lateral peruano, que ya había sido amonestado en la primera mitad, vio la segunda amarilla tras una falta innecesaria en la mitad del campo. Quedarse con 10 jugadores en un partido tan exigente fue un golpe del que Boca no pudo recuperarse del todo, aunque el equipo logró empatar transitoriamente gracias a los goles de Zeballos y Belmonte.
En el frente de ataque, Boca mostró destellos de jerarquía, pero quedó claro que no fue suficiente. Edinson Cavani, con su experiencia y calidad, marcó un gol de cabeza que devolvió a su equipo al partido, mientras que Exequiel Zeballos aprovechó un rebote para anotar el empate parcial. Sin embargo, la falta de contundencia en otros momentos clave y la dependencia de individualidades terminaron por condenar al equipo.
Con esta eliminación, Boca cierra uno de los peores años en mucho tiempo. Sin títulos en ninguna competencia y fuera de la lucha por el campeonato local, el único consuelo del Xeneize es intentar asegurar un lugar en la próxima Copa Libertadores, aunque incluso ese objetivo está en jaque. Para un club con la historia y las exigencias de Boca, un año sin vueltas olímpicas es un fracaso rotundo.
Las críticas de los hinchas no se hicieron esperar. Muchos apuntan a la dirigencia y al cuerpo técnico por no haber reforzado adecuadamente el plantel, sobre todo en defensa, donde las lesiones de jugadores clave dejaron al equipo sin respuestas. Además, decisiones cuestionables, como la falta de alternativas tácticas y un mercado de pases que no estuvo a la altura, aumentan la presión sobre los responsables del fútbol Xeneize.
¿Qué queda para el futuro? Con el 2024 ya terminado en términos deportivos, el gran objetivo de Boca es la clasificación a la Copa Libertadores 2025. Sin embargo, para lograrlo, será necesario hacer una autocrítica profunda y trabajar en los puntos más débiles del equipo. La falta de recambio, las lesiones recurrentes y la irregularidad en los rendimientos individuales y colectivos han sido los grandes problemas de este Boca, y si no se abordan a tiempo, el 2025 podría empezar con las mismas dudas que dejó este año.
El hincha de Boca, acostumbrado a las gestas heroicas y a levantar trofeos, exige más. La eliminación en semifinales duele, pero no sorprende. Es el final lógico de un año lleno de errores, improvisaciones y falta de planificación. Boca tiene mucho por corregir si quiere volver a ser protagonista en el fútbol argentino y continental. La pelota, ahora, está del lado de los dirigentes y el cuerpo técnico.