Por: Ricardo Barrera
Más allá del resultado todo fue una fiesta en el Gabino, tanto Central Córdoba como Argentino dieron una muestra que no todo está perdido en nuestro fútbol.
Se volvió a jugar como debe ser, hinchadas locales y visitantes, pero la barbarie impidió desde hace años que esto no suceda.
Desde principio de semana comenzó a gestarse un clima que se trasladó al estadio de la institución Charrúa. El Gabino Sosa se vistió de pasión, de entusiasmo, de aliento por cada una de las divisas que pese a la intensa lluvia no impidió que el público dejara de alentar tanto a Salaítos como a los propios simpatizantes Charrúas que colmaron las tribunas y plateas sobre calle Virasoro.
Autoridades nacionales, provinciales y hasta el propio Intendente de Rosario, Pablo Javkin se hicieron presentes. También estuvieron presentes muchísimos ex jugadores de Newell’s y Central de una época no muy lejana que vistieron ambas casacas.
El comienzo del encuentro mostró un Central Córdoba más ambicioso buscando el arco rival en no menos de quince veces, pero la mala definición y la gran intervención del arquero Salaíto Gastón Fernández (ex charrúa) que se convirtió en la figura del partido.
El árbitro Nicolás Mastroieni también estuvo bajo la lupa ya que no cobró tres clarísimos penales para los de Tablada. Todo el primer capítulo fue del Charrúa hasta que en uno de los pocos contragolpes, Aguirre un (ex charrúa) con un golazo desde fuera del área puso el 0-1 con que finalizó la primera parte.
En el segundo tiempo, Córdoba intentó volver al juego de la primera parte, pero los minutos pasaban y Argentino se consolidaba en el terreno y fue superior creando situaciones sobre la valla de Colombo que pudo tapar algunas pero sobre el final y en contragolpe Avalos puso el 0-2 para los de barrio Sarmiento que estalló de alegría en el campo y en la tribuna visitante.
En definitiva un tiempo para cada uno, en el que supo aprovechar mejor las instancias del juego.
Alegría para uno, tristeza para el otro, pero un aplauso final generalizado de todos los que estuvieron soportando bajo una intensa lluvia en el Estadio, reconociendo el esfuerzo de los jugadores en un clásico que hacía 19 años que no se jugaba.
Lo importante es que Rosario, tanto Central Córdoba como Argentino demostraron que es posible jugar con público local y visitante, sin violentos.
Todo fue una fiesta del fútbol rosarino. A tomar nota.